MAZATLAN, México.- Supo estar en la lista de millonarios de Forbes. Durante la última década, tras la caída de líderes narcos en Colombia como Pablo Escobar y con el debilitamiento de rivales como “los Zetas”, Joaquín “El Chapo” Guzmán se convirtió en uno de los mayores introductores de cocaína a Estados Unidos, al punto de que la ciudad de Chicago lo nombró hace un año su “enemigo público número uno”, algo que sólo había hecho con Al Capone.
Pero los negocios del narco más buscado, detenido el sábado en México, se extendieron a varios países, e incluso se sospecha que el cártel de Sinaloa (que conduce) operó en Argentina.
Mucho se dijo de él a lo largo de los 13 años en que estuvo fugitivo, tras haberse fugado en 2001, utilizando un carrito de lavandería, de la cárcel de máxima seguridad del estado de Jalisco en la que fue recluido tras su captura en Guatemala en 1993.
Entre las especulaciones que la prensa alimentó se contaban cirugías en el rostro para cambiar su apariencia o un semblante demacrado a causa de un supuesto infarto que habría sufrido en noviembre pasado.
El diario Infobae consigna que los investigadores que siguieron su pista, aseguraron que vivió en Argentina durante ocho meses, entre agosto de 2010 y marzo del 2011, acompañado por su mujer y una hijastra. Para ingresar, habría utilizado una identidad falsa.
“En su estancia en el país, se habría instalado en regiones pobres para producir, almacenar y distribuir drogas: entre ellas se señala a las provincias de Chaco, Formosa y Misiones”, consigna el diario porteño.
En junio de 2008 se desarticuló un centro clandestino de producción de drogas sintéticas en Ingeniero Maschwitz y nueve de los diez detenidos fueron de origen mexicano. Entre ellos se encontraba Juan Jesús Martínez Espinoza, denominado “El rey de la efedrina” y vinculado al Cartel de Sinaloa.
Un negocio millonario
La captura de “El Chapo” fue un triunfo para México porque puso fin a la era de legendarios zares de la droga, pero no frenará el millonario negocio de un cártel manejado con rigor empresarial si el Gobierno se duerme en sus laureles.
Guzmán, inmortalizado en canciones y reverenciado por muchos en Sinaloa, dejó una sofisticada organización criminal con miles de empleados y tentáculos en varios continentes. Si las fuerzas de seguridad no redoblan su ofensiva contra la estructura económica y las huestes de sicarios del cártel de Sinaloa, “la Federación” -como se conoce al grupo criminal por el alcance de sus negocios- se puede reorganizar rápidamente.
“El Chapo era el estratega, el director general, pero tenía su consejo de directores que hacían marchar las cosas”, dijo Sylvia Longmire, experta en narcotráfico y ex agente especial de la fuerza aérea de Estados Unidos. “Creo que en el día a día, esto no va a ser más que un ‘hipo’ en el flujo de drogas”.
Con el capo tras las rejas, la violencia en las calles podría recrudecer mientras los rivales más pequeños de su cártel intentan robarle parte del negocio, coinciden varios analistas. Pero queda por ver si desplazarán a Sinaloa, que tiene una inmensa red de complicidades a todos los niveles y grupos fuertemente armados en distintas regiones del país.
Guzmán desde hace más de una década descansaba en sus hombres fuertes Ismael “el Mayo” Zambada y Juan José “el Azul” Esparragoza, dos veteranos en el negocio que les sacan años de experiencia a los líderes más jóvenes de cárteles rivales que han sufrido la muerte o detención de sus fogueados capos.
Además Guzmán, que de niño trabajaba en los cultivos de amapola en Sinaloa, movía más de la mitad de la marihuana que llega a Estados Unidos, según estimaciones privadas.
Las incautaciones de heroína en la frontera sudoeste estadounidense han subido un 232% entre el 2008 y el 2012, lo que se atribuye a una mayor producción desde México y a la expansión de los traficantes hacia nuevos mercados en Estados Unidos, otra vez con Sinaloa a la cabeza.
Con el auge en la demanda de metanfetaminas en Estados Unidos, el imperio de Guzmán comenzó a producir la droga sintética, tejiendo para ello una red de abastecedores de precursores en varios países de Asia.
Los cárteles mexicanos envían entre 19.000 y 29.000 millones de dólares anualmente a México desde los Estados Unidos, calcula el Departamento de Estado norteamericano, aunque distintas dependencias del gobierno mexicano ubican la cifra entre los 4.000 y 10.000 millones de dólares anuales. (Reuters-DPA-Infobae)